01 agosto 2005

Cuento: ¿Es niñito o niñita?


En el lugar y momento equivocado. Viña del Mar, 2001.
Me parece familiar el dicho “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, más aún cuando recuerdo que con diferencia de días me mandé sendos numeritos en lugares distintos con gente distinta.

Carlos llevaba pocos días trabajando en la oficina, y para dárselas de “amigo choro” nos invitó a un asado a su casa, de manera de conocernos mejor e integrarse rápidamente al grupo. Obviamente el comité etílico constituido por mi persona en calidad de secretario ejecutivo estuvo raudo a aceptar la invitación, y fue así como nos comprometimos a ir a su casa, puesta en un barrio bastante cuico a entender.

Recién habíamos llegado a la casa de Carlos; casona de tres pisos, con un patio con césped que se lo querría un estadio de fútbol, una piscina mediana, y una nana presta a recibir nuestras chaquetas y las botellas de vino que llevábamos. Nos recibe Carlos, y comienza el mastique, le damos al copete, un puchito, y vamos alternando esa trilogía satánica.

Estábamos en plena charla cuando aparece la esposa de Carlos con un pequeño en los brazos, de un año más o menos. Y como no podía faltar un cariñito para la familia que nos acogía, con el afán de quedar bien de entradita me acerco a la esposa de Carlos y le digo “Hola, soy Gerardo, compañero de Carlos”, y fatalmente agrego “ ¿... y quién es este machito recio que me mira con ojos de hombrote?” , dos segundos de silencio y la señora de Carlos replica casi en un grito “¡Viste Carlos que debíamos ponerle los aritos a la Constanza, ya la confundieron con hombre!”.

Cuando hay que retirarse a la trinchera, no queda otra, y soldado que arranca sirve para varias guerras, así que hice “Salud, si la cago me avisan”, y a soportar el chaparrón de mis compañeros, y la mirada de cuchillo de Carlos, que imaginaba (supongo) mi lengua en la mitad de la parrilla.
 
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