31 julio 2010

Opinión: Cardenal Errázuriz, el purpurado caradura.


Santiago de Chile, Julio de 2010.

El Cardenal Errázuriz hace pocos días atrás, a raíz de la propuesta que hizo la Iglesia Católica al gobierno para realizar un Indulto del Bicentenario, y los comentarios hechos por Agrupaciones de Derechos Humanos manifestó lo siguiente “La consigna Ni perdón Ni olvido no es compatible con un pueblo de hondas raíces cristianas”. Además agregó “Hay quienes entienden esta propuesta como impunidad, pero tampoco es así. (…) Es necesario que en esta discusión se entienda el valor del perdón, de la clemencia, de la dignidad en la tercera edad y de la dignidad en la muerte”.

Este proyecto finalmente fracasó por su escaso apoyo político en todos los partidos. Pero no solamente el proyecto quedó desperfilado, al analizar las declaraciones realizadas por el purpurado hablan de la inconsistencia periódica de sus palabras, las cuales sostienen una moral que se balancea en un columpio, y que suelen estar siempre del lado de la iniciativa que apoyan. ¿Cómo así? Veamos.

El purpurado habla de que nuestro país tiene hondas raíces cristianas, y por ello deberíamos entender el valor del perdón, de la clemencia, en palabras del mismo. Sin embargo, es la misma Iglesia, específicamente la curia que la lidera quienes son los más obcecados en condenar públicamente, y para siempre, a aquellos que han optado por caminos alternativos (muy válidos por cierto), como ejemplo, aquellos sacerdotes que optaron por abandonar sus votos y procedieron a contraer matrimonio se les ha excomulgado de por vida. La misma suerte corren aquellos que una vez casados por la Iglesia se divorcian, y quieren volver a casarse; excomunión de por vida, al menos que tenga los recursos suficientes para contratar a un abogado eclesiástico que tramite la solicitud de divorcio ante la alta curia de la Iglesia (¿cuánto costará el trámite?).

Tal como pueden apreciar, la Iglesia carece de clemencia y niega el perdón a estas personas, quienes a la luz de la justicia ordinaria no han cometido delito alguno, simplemente optaron por otro camino.

Pero ¿qué pasa en otros ámbitos donde la Iglesia y el purpurado es protagonista con su palabra? Si revisamos la prensa en el caso de los curas pedófilos y el sacerdote Karadima versus las declaraciones en relación al matrimonio entre homosexuales las palabras tienen significado y calibres distintos. Veamos:

Para el caso de denuncias sobre curas pedófilos Errázuriz manifiesta a principios de abril “Hay algo de estos abusos de pedofilia. Hay poquitos, gracias a Dios”, mientras que en julio, respecto a los matrimonios homosexuales dice “puede ser que dos personas, dos varones o dos mujeres, quieran vivir juntos y compartir la vida, pero llamar a eso matrimonio es una aberración en la cual van cayendo algunos países”. Como se puede apreciar habla de “poquito” para un delito como lo es la pedofilia, mientras que para una opción de vida (que no es delito) habla de “aberración”. Sin duda que no hay equilibrio en las palabras del prelado, una vez más acomoda la postura a los intereses de la maquinaria de la Iglesia.

Ser pastor requiere una característica esencial, la credibilidad. Errázuriz la perdió hace muchos años atrás, con el silencio ante la dictadura de Pinochet, con el silencio ante los abusos pedófilos de Monseñor Cox (su amigo), promoviendo indultos a quienes no lo merecen (porque existe un ordenamiento jurídico que rige esto), promoviendo el perdón y negándolo cada domingo, viendo “poquito” donde hay realmente aberraciones.
 
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