
Desde los primeros días de febrero del 2007 que estamos escuchando sobre el famoso y maldito Transantiago; que los paraderos, que las frecuencias de los buses, que faltan 500, 1000, o 2000 de estos mismos, que los apretones, que los tiempos de recorridos, que el metro funcionaba bien hasta que llegó el Transantiago, que los GPS no funcionan, que les falta el software de coordinación, que la culpa es de los empresarios, que es del gobierno, que es del ministro, que es de la gente porque no se levanta más temprano…¡qué es de Zamorano! Por favor, no podemos seguir escuchando tanta tontera.
Por otra parte, al conversar con la gente al comentarle que vivo en Viña del Mar me dicen “qué rico, como me gusta Viña”, o simplemente me comentan que les gusta Santo Domingo, Concón, Valparaíso, etc. Me pregunto entonces ¿Porqué la gente que vive en Santiago termina soportando tantos elementos que a la luz de la razón no justifican vivir en dicha ciudad? Tienen smog, atochamiento vehicular, vías segregadas, autopistas donde deben pagar cada metro de circulación, un sistema de transporte que no funciona, más encima un clima de extremas (en verano sobre los 30 grados y en invierno temperaturas muy bajas cercanas a cero), pocas áreas verdes, en resumen, una pobre calidad de vida.
Además, si consideramos la inversión estatal en tratar de hacer que Santiago funcione, como por ejemplo extensiones del Metro, estudios y procesos de licitaciones, ahora (para variar) financiamiento de soluciones parches para el Transantiago (desde conos, monitores, letreros, cartillas, más autobuses, etc.), medidas para disminuir el smog (aquí el costo es más duro y medible, es cosa de sumar la producción de todas las fábricas que no pueden operar cuando hay preemergencias), el costo total de estas medidas es muy considerable en relación a la inversión fiscal que se hace en regiones.
¿Qué hubiera pasado si el gobierno hubiese invertido todo lo que ha destinado al Transantiago en el desarrollo de las regiones? Más drástico aún, si hubiese invertido dicho monto en el desarrollo de una sola región, por ejemplo, la V Región. ¿Dónde habría colocado los recursos? En potenciar el traslado de industrias de alto impacto en empleo con rebaja de impuestos a la inversión – Placilla está esperando – con subsidios para el desarrollo de proyectos inmobiliarios de mejor calidad a los actuales (Curauma, Placilla, Curacaví, Casablanca), de modo que las industrias puedan trasladarse con sus trabajadores, los cuales hoy viajan hasta 2 horas para llegar a sus puestos. La mejora de las conexiones viales a ciudades dormitorios como Quilpué, Villa Alemana, incluso Limache y Olmué, de modo que aquella gente que no desea vivir en Santiago tenga alternativa de viajar diariamente de su casa a su trabajo.
El día que un presidente tenga el coraje político de no seguir invirtiendo en una ciudad totalmente colapsada como Santiago, si no que haga un cambio radical hacia el desarrollo de las regiones, es posible que no tenga el apoyo de millones de capitalinos a su gestión, sin embargo, tendrá la adhesión de todos los otros millones de chilenos que hacen patria en el resto del país. Al menos yo, lo seguiré apoyando desde Viña del Mar, donde aún se respira el olor de la playa, los árboles, se vive y duerme tranquilo, a sólo 1 hora y 30 minutos del caos total.