
Valparaíso, 2do semestre de 1986.
Corría mi segundo año en la Universidad, y aún cuando ya tenía claro que no seguiría estudiando ingeniería en electricidad, estaba motivado porque haría la asignatura de Programación, ramo que formalmente me introducía a las materias de informática, carrera a la cual pensaba cambiarme al año siguiente.
El ramo lo dictaba un profesor con fama de exigente – E. Peraz realmente tenía fama de “vaca” – sin embargo la posibilidad de aprender programación en Pascal me motivaba a realizar mi mejor esfuerzo. Ya en las clases este profesor había mostrado sarcasmo e ironía al interrogar a compañeros, mofándose de respuestas que no eran precisamente las que él esperaba.
Llega la primera prueba del semestre, la cual consistía en un solo problema de planteo, por lo tanto, había que realizar el análisis, el diagrama de flujo, y luego la codificación del programa, ¡todo en papel! Ya que en esos años la posibilidad de acceder al Mainframe de la Universidad estaba restringida a sólo un par de horas a la semana.
Los primeros 60 minutos de la prueba me dedico a realizar el análisis y diagrama de flujo ya que en las clases se había puesto énfasis en la importancia de esta etapa, la cual si se hacía bien la codificación no era problema. Pues bien, recuerdo haber escrito unas 4 hojas con consideraciones, alcances, restricciones, excepciones, etc., etc., y me dediqué los últimos 30 minutos a escribir el programa en el papel, comenzando con el típico Begin, escribiendo la declaración de variables, para luego hacer la programación como tal, y finalizando con el End. Asumía que no me había ido mal, al contrario, esperaba una nota al menos decente (entre 1.0 y 7.0 esperaba cerca de un 5.0)
Llega el día de la entrega de los resultados, y el profe Peraz señala que las pruebas están bastantes malas, los resultados están muy por debajo de lo esperado, y dice “sin embargo, hay una prueba que me llamó enormemente la atención. ¿está aquí el señor (tomando la prueba lee el nombre) Gonzalo Galleguillos?” … silencio y expectación. “Aquí señor” indico con mi dedo. “Lo felicito” me dice, “jamás en mi vida había visto un análisis con tanta profundidad y rigurosidad, detallaste muy bien las excepciones, las consideraciones, realmente te felicito. Tuviste un pequeño problema en la codificación por eso la nota”. Terminando estas alabanzas, y ante las tallas de mis compañeros comienza a repartir las pruebas corregidas. Comienzan los “chusss”, “cacha la nota…”, ya que los resultados eran realmente malos.
El último en recibir la prueba soy yo, ante esto se va un montón de compañeros a mi silla, desdoblo la prueba esperando al menos un 6.0, y cuando termino de abrir mi prueba aparece la nota … un 2.0 “pelado”. Mis compañeros no podían parar de reírse, entremedio de las exclamaciones en voz baja de “el huevón vaca”. Yo no podía creerlo después de todo lo que dijo, sin embargo, al revisar mi prueba en las hojas donde estaba el análisis estaba escrito con lápiz rojo un “Felicitaciones” y un “Excelente”, y el programa que tenía escrito era cruzado por una X de vértice a vértice y un “MALO”.
Mirando hacia atrás, y después de varios años en que tuve que soportar a dicho profesor (de hecho fue mi profesor guía en el proyecto de título), asumo que vio en mi una vocación hacia el área comercial y fue un visionario, me demostró allí que no importa cuanto esfuerzo, detalle y rigurosidad uno ponga en su trabajo, si al final el resultado no es el esperado la nota final siempre estará cerca del 1.0 Este análisis después de 20 años no es el mejor de mi vida, pero no quiero perder una hora y media en explicaciones, si atino a la respuesta me basta.